viernes, 3 de julio de 2020

Los últimos románticos

A las 6:12 de la mañana he terminado de leer tu nuevo libro, tras otra noche de insomnio de las que vienen siendo por desgracia habituales en mí últimamente. Mentiría si te dijera que lo he leído de una sentada. Lo he leído en dos. Ayer noche unas páginas. Esta noche el resto. Tengo que confesarte que las primeras dos páginas aún no me engancharon y me hicieron dudar, te pido perdón. El resto ha sido precioso. El final, increíble. Simétrico con el inicio del libro. Puede ser que ya tengas tu propio: "En un lugar de la Mancha...", o mi principio favorito: "Llamadme Ismael." Y la duda, o casi que certeza, de que Miguel María estaba esperando a una chica despistada y con aspecto desvalido bajarse del tren, sabiendo que sería Irune. Maravilloso, Txani. Me encanta adivinar o intuir fragmentos autobiográficos o pensamientos que pueden ser tuyos o vivencias que he podido yo vislumbrar también gracias a compartir contigo pueblo, verano y amistad. Gracias, Txani, por este regalo que nos has dado en forma de libro. Solo me apena la definición pesimista de la amistad que da Irune en las primeras páginas, espero que solo sea una licencia poética para enfatizar el carácter triste de la protagonista y su naturaleza solitaria y por ende desconfiada de los demás, y que no sea otro pensamiento tuyo puesto en su boca. Creo que no lo es. Ya estoy esperando el próximo libro, pero antes, compartiremos algunas cervezas en la puerta del bar España y algunas mañanas y tardes de río y charla en Las Pepas. Un abrazo, y muchísimas gracias por ser como eres.

jueves, 25 de agosto de 2016

Te voy a decir si yo he dormido en la calle

"Te voy a decir..., ¿que si yo he dormido en la calle? ¿yo he dormido en la calle? Yo he dormido en la calle, he dormido debajo... He dormido en la calle y he dormido debajo de un olivo más tranquilo que Julio Verne cuando escribió su primera novela que la interpretó estando en su estado catastral", le dijo al mendigo que se había sentado a su mesa mientras se recolocaba el pañuelo negro lleno de estampados dorados y brillantes que esa mañana se había puesto en la cabeza al modo de los jeques árabes.

lunes, 8 de agosto de 2016

Reencuentro fluvial

Hace tanto que no nos veíamos. Te he echado de menos y has cambiado, como cada año. Pero sigues igual, las manos frías, el pelo verde, el regazo duro y cómodo a la vez, el aliento fresco, la voz serena y alegre que me relaja. Aún murmuras, ries, acaricias.